La pila de hidrógeno para mover vehículos es una tecnología que lleva años rondando el sector de la automoción. Sin embargo, nunca acabó de despegar. Actualmente, algunos constructores de automóviles apuestan de nuevo por ella y ya producen coches de hidrógeno.
Las ventajas del uso de la pila de hidrógeno pasan por el empleo de una energía limpia desde su misma producción, así como una mayor autonomía que la de otros eléctricos. De hecho, un coche de hidrógeno puede circular sin repostar hasta 650 km y, si tuviera que parar a hacerlo, la operación solo llevaría unos cuatro o cinco minutos, como si se tratase de un vehículo convencional que para en una gasolinera.
Con todo, esta tecnología todavía presenta importantes hándicaps: el precio de estos vehículos es elevado. Por ejemplo, el híbrido enchufable de hidrógeno Mercedes GLC F-Cell cuesta 800 euros al mes en renting. Un Hyundai Nexo está a la venta por unos 70.000 euros.
Tampoco el precio del hidrógeno se puede comparar, por el momento, al de la energía eléctrica. Un kilogramo de hidrógeno, que aporta unos 100 km de autonomía, cuesta alrededor de 10 euros. Eso sí, algunos territorios como Países Bajos han puesto en marcha una estrategia nacional de generación masiva para reducirlo hasta los 5 o 6 euros.
La escasez de puntos de recarga es otro problema añadido, ya que en España apenas hay seis puntos de recarga de hidrógeno accesibles. Con todo, esto es algo que se podría solucionar fácilmente si la tecnología tiene perspectivas reales de popularizarse.
Actualmente, algunos fabricantes como Mercedes, Toyota, Honda o Hyundai, ya producen en serie modelos propulsados con hidrógeno.
También las empresas energéticas contemplan este gas como una vía para acelerar la electrificación del parque automotor. En un reciente encuentro sobre hidrógeno celebrado en Madrid, participaron las principales compañías de energía del mundo. Enagás, Repsol, Gasunie y Total fueron algunas de ellas.