Veinte años. Ese es el tiempo que ha tenido que pasar para que las ventas de vehículos de gasolina desbancaran a las de los diésel. Ha ocurrido en 2018, según datos de Anfac: el 57,5% de los automóviles matriculados tenía motor de gasolina, frente al 35,8% de gasoil. Entre ambos hay ni más ni menos que 21,7 puntos porcentuales de diferencia. Por su parte, los híbridos y eléctricos protagonizaron el 6,6% de las entregas.
En total, se matricularon 1,32 millones de automóviles en 2018. De ellos, 759.826 eran de gasolina, por 473.074 unidades diésel.
Para poner en perspectiva este asunto, conviene recordar que desde 1982 hasta 1998, la gasolina imperó en el mercado español, llegando en 1990 al 86,86% del total de entregas. Sin embargo, a partir de 1999, el diésel se promocionó como un combustible más respetuoso con el medio ambiente y más rentable para los usuarios.
El escándalo de la alteración de emisiones contaminantes por parte de algunos fabricantes fue una de las razones por las que la gasolina ha recuperado su trono dos décadas después. También la incertidumbre generada por las posibles prohibiciones de circulación en el futuro y las subidas de impuestos, que han jugado en contra de la demanda de vehículos de gasóleo.
De mantenerse en el futuro, esta tendencia supondrá algunos cambios en el día a día de los talleres, que pasarán a atender a un mayor número de vehículos de gasolina. También en la venta de recambios, ya que cobrarán mayor protagonismo las piezas específicas para este tipo de automóviles frente a las de los diésel.