Las pruebas WLTP de control de emisiones para homologar turismos y furgonetas pequeñas no serán las únicas que se tendrán que aplicar. Desde este mismo mes de septiembre, también entra en juego la prueba de emisiones en conducción real (RDE), que será obligatoria.
El RDE mide las emisiones contaminantes como los óxidos de nitrógeno y las partículas que emiten los automóviles mientras circulan por la carretera. Por esa razón no reemplaza a la prueba de laboratorio WLTP, según explica Europa Press.
Además, esta prueba permite monitorizar un automóvil cuando recorre, durante un tiempo determinado, ciertas vías públicas que cumplen unos requisitos (vías urbanas, interurbanas o autopistas) y en distintas condiciones (altitudes, cuestas, temperatura ambiente, tráfico, carga del vehículo, etc.). Para ello utiliza un equipo de medición específico que recopila datos para verificar que no se excedan los límites legislativos para contaminantes.
Para superar los criterios del RDE, en términos de medición de emisiones de NOx, casi todos los vehículos diésel deben equipar sistemas de reducción catalítica selectiva (SCR) o Lean-NOx.
Por su parte, los modelos de gasolina de inyección directa pueden requerir filtros de partículas. Esto que implica costes adicionales para los fabricantes y es posible que los coches más pequeños no puedan mantener sus precios actuales con dichas instalaciones.
Aunque se espera que esta entrada en vigor afecte en cierto modo a las matriculaciones, la patronal Anfac no prevé que ese impacto sea tan fuerte como el que tuvo el WLTP el año pasado. Entonces subieron el 19,3% las ventas de turismos y el 50% las de todoterrenos en julio y agosto. Sin embargo, se desplomaron en septiembre tras la resaca del WLTP.